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LA IMPUNIDAD COMO SÚPER PODER | Entrevista a Liliana Escliar

Después de Los Motivos Del Lobo, Liliana Escliar continúa la saga de Parodi con Tumbas Rotas y profundizará en la suma de todos los males: medicamentos adulterados, redes de trata y, claro, el Lobo.

El Lobo vuelve, desentierra muertos, recuerdos, abre la tierra y, al mismo tiempo, heridas. Y vuelve Parodi. Siempre Parodi. alguien que alguna vez fue un criminólogo antes de que la tragedia lo desespedazara y que ahora lleva el dolor como un cruz rota. Muertos y pistas se acumulan, se superponen, se vuelven lo mismo. Medicamentos truchos, trata. Manos cortadas. Tumbas con cruces torcidas. La deshumanización, el saqueo como juego.

En Tumbas Rotas, Parodi junto con Quaranta -y su grupo de compañeros- golpea la puerta, baja al sótano del infierno, y uno tiene la seguridad que el descenso recién empieza.

La saga de Parodi surge de una serie de televisión: Malicia. ¿Cuál fue la primera imagen, el “germen” de la serie y de lo que terminó siendo Los Motivos del Lobo?

La consigna de la productora que me encargó Malicia era hacer un diccionario de la maldad: A de asesinato, B de… y para entonces ya me había perdido (y aburrido). En cambio pensé en la A de arbitrariedad. ¿Qué pasa si alguna persona la emprende contra vos, te elige como víctima y no sabes por qué? ¿Cómo te defendés de esos golpes si no los podés entender ni anticipar? Después, para hacerlo más entretenido y perverso, se me ocurrió que el antagonista podía mandarle su “agenda” de crímenes por medio del Deutsches Requiem de Borges. Parodi podía anticiparlos, pero no evitarlos.

En el centro de la novela, tenemos a Parodi un hombre cuyos malos modos y destratos hacen que se manejan entre la impunidad de las pérdidas —y el dolor— y el sentido de justicia que persigue detrás. La tragedia como una forma de desdibujo de la identidad.

Creo que la palabra es impunidad. Hay una serie del 2019, inglesa y genial, After Life. En ella, Ricky Gervais –autor, director y protagonista– propone que la impunidad es un super poder contra el dolor, hace que no te importe nada ni nadie, te desdibuja como ser social.  

A diferencia de los policiales clásicos, el individuo es reemplazado por un grupo. A veces, me da la impresión de que ese rasgo grupal es una característica de apropiación del género en América latina —El Eternauta, como ejemplo—, donde la salida siempre es colectiva. Hablemos un poco de esto, y del cast de la novela. Además, en este novela, la fiscal Quaranta gana espacio.

Nunca lo había pensado, pero es verdad. Cuando te ponés a repasar nuestra literatura pocos héroes solitarios. En el caso de Parodi, fue una necesidad porque sus características se manifiestan en la relación con los demás. Dejarlo solo era llenar doscientas páginas de gruñidos y resoplidos. 

En cuanto a Quaranta, ella se presentó y me demandó protagonismo. No pude hacer nada más que incluirla.

Al mismo tiempo, es imposible no señalar el pulso de serie que presenta la saga de Parodi, donde cada entrega nos remite a la emisión de una temporada. ¿Cómo planteaste esto? ¿Es una herencia del origen de la historia? ¿Tenés mapeado todo el camino de Parodi?

No tengo idea de cómo sigue el camino de Parodi. Estoy escribiendo y me encuentro con una escena, y otra, y otra, y así hasta el final. Me sorprende y admira escuchar a otros escritores cuando hablan de sus premisas antes de escribir. Lo mío es pura improvisación mezclada con mi experiencia de trabajo como guionista.

Cuando uno piensa en los grandes nombres del género a nivel mundial, la inmensa mayoría son reconocidos por tener una saga. Sin embargo, en Argentina, las sagas son pocas. Pienso en Dellutri, Etcheves, Sasturain, las de Negro Absoluto. En parte creo que la saga está más vinculada a lo policial, lo noir pocas veces admite una secuela. Me gustaría conocer tu opinión.

Por contestarte en términos televisivos, la saga es una serie y el noir una película. La diferencia, me parece, es que el policial pone el foco en el personaje y el noir lo hace en la peripecia que, una vez resuelta, no admite secuelas. 

Hace unos años, charlando con John Connolly hablamos sobre la noción del mal y decía: “La mayoría de las personas no son malvadas. Son egoístas. Están asustadas, enojadas, y de eso surgen los actos de maldad. Pero, ¿la gente es por esencia malvada? No. La gente es débil, frágil, y hacen cosas malas a causa de eso. Pero eso es todo. Muy ocasionalmente, es una rareza, nos encontraremos con lo que parece ser la maldad con intención”. Y sin embargo en tus novelas está el Lobo, que me atrevería decir que encarna el mal. ¿Cuál es tu percepción del Lobo y de esta noción del mal?

El Lobo es la suma de todos los males, un personaje totalmente inverosímil pero que se nutre de los pequeños corruptos, asustados, egoístas, ambiciosos, débiles o indiferentes de los que habla Connolly. Esos son los personajes que más me interesan.

Ph: Alejandra López

Hace poco compartimos charla dentro del México Noir acerca del género negro argentino. Ahora, con un poco más de espacio y tiempo, quería saber cómo lo veías.

Me resulta muy difícil hacer un diagnóstico porque es como describir al ghetto desde dentro. De todas maneras, cuando recorrés librerías, ves –y disfrutás– la “explosión” de autores –la mayoría muy jóvenes– que están entrando a la literatura desde los supuestos márgenes del noir con novelas de una calidad y originalidad extraordinaria.

La librería funciona como punto neurálgico de la novela. Negra y criminal, en homenaje a ese templo que comandaba Paco Camarasa y Montse Clavé. De acá se desprenden dos inquietudes. La primera, ¿cuál es tu percepción de la figura del librero? La segunda, a lo largo de ambas novelas, todo el tiempo hay un juego, un mapeo del género policial y negro, unas ganas de contagiar a los lectores que me recuerda al de Manual de Perdedores. ¿Cómo surgió este juego y la decisión de usar a una librería de cuartel?

No soy nada original si digo que el librero es un género en extinción. Me enojo cuando voy a las cadenas y te preguntan cómo se deletrea el apellido de un autor para buscarlo en la computadora. Extraño a ese personaje que te sabía recomendar y te llevaba de la mano por la mejor literatura como quien te enseña a subir una escalera. En cuanto a las ganas de contagiar al lector, es una decisión y un disfrute. Me encanta aprovechar la novela para que los lectores conozcan las mejores obras y autores, ser un poco librera referencista.

Tenés tu propia librería, ¿qué nombre le pondrías y qué cinco títulos les recomendarías a todo el que entrara?

No sé qué nombre le pondría. Posiblemente uno muy malo porque soy horrible para titular.

Antes de recomendarle les preguntaría qué leyeron. Pero suponiendo que tienen como lectores la misma experiencia que yo, les recomendaría Cien años de Soledad, de García Márquez, los cuentos de Carver y de Lucía Berlin, las novelas de Irving y de Fred Vargas y las entrevistas a escritores del Paris Review. (ya sé que hago trampa con ésta, pero me cuesta mucho elegir sólo cinco y no quise incluir argentinos)

Foto de portada: Vane Palacio
Etiquetas: , , , , , Last modified: enero 5, 2022
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